Tuesday, December 23, 2014

Mi Hermano Olímpico

Mi hermano tenía muchos intereses pero ninguno a la vez. De pequeño tenía trenes, scalextric, le gustaba el beisbol, coleccionaba metras, o estampillas. Tuvo una vez un rifle de balines y otro de aire y me mortificaba que su objetivo eran los pajaritos. Nunca duró mucho con ninguno de estos pasatiempos;  me parecía a mi que las cosas le gustaban por moda o temporada. Sin embargo el tiro con pistolas y rifles de aire fue algo que aunque dejaba con frecuencia volvía a apasionarlo cuando lo retomaba.

Empezó a practicar con seriedad cuando tenía 16 años y poco a poco comenzó a participar en campeonatos de tiro. Como dice el dicho "donde ponía el ojo, ponía la bala". No dejó escapar ninguna competencia de la galería de tiro donde entrenaba. Siempre ganaba. Los dueños de la galería le ofrecieron participar en campeonatos intra-galerías y su nombre se empezó a conocer en la ciudad. De allí siguió a campeonatos regionales, siempre en el sector privado. Algunas de las competencias fueron incluso internacionales, ya que a veces invitaban a miembros de galerías de tiro de países cercanos.

Nunca lo había visto tan serio con un tema. Practicaba tres veces por semana en la galería y los fines de semana por horas en campo abierto. Los días de competencia siempre llegaba a la casa con trofeos y medallas. No había campeonato donde no ocupara el podio. Una vez me dijo a tono de chiste: "Voy a tener que abandonar este deporte. No me caben los trofeos en la casa".

Su pistola de aire favorita era una Beretta y los representantes de la Beretta decidieron patrocinarlo. Siendo ahora la imagen de tan reconocida marca en los círculos de tiro, lo llevaron a representar al país en competencia intra-clubes amistosas. Sus rotundos éxitos hicieron que el recién nombrado Ministro de Deporte, quien estaba indirectamente relacionado con la práctica de tiro, lo comenzara a embelesar para participar en una competencia amistosa donde participarían tiradores de alto calibre de otros países. Algunos de estos participantes estaban ya clasificados para el próximo campeonato Panamericano y el ministro quería ver como se desenvolvía con mayor presión.

Para mi hermano esta competencia no fue sino otra mas de las de su especialidad, la pistola de aire - 10 metros. Mi hermano quedó de segundo, debajo del competidor americano. El ministro se le acercó a mis padres y les dijo: "Este muchacho tiene un gran potencial. Me gustaría que practicara con el equipo nacional y ver si lo podemos llevar como parte del equipo para el campeonato en Uruguay."

Mis papás por supuesto no ofrecieron ninguna resistencia ya que mi hermano disfrutaba inmensamente esta actividad, la cual había comenzado como un pasatiempo y se convirtía ahora en una responsabilidad con el país.

Día tras día mi hermano, del colegio, se iba a las prácticas para prepararse para su primera competencia oficial representando los colores del país. En los Panamericanos quedó de segundo otra vez detrás del mismo americano. El ministro del deporte le dijo a mis padres: "Este joven es potencial olímpico considerando que quien le ha ganado dos veces es el mejor del mundo."

Mi hermano no se dejaba llevar por los nervios. Continuó practicando con el único objetivo de quedar como miembro del equipo que iría a las Olimpíadas de 1984 en Los Angeles, y así lo logró. El día de la  clasificatoria el Ministro le dijo: "Tienes que hacer dos cosas. Una, hacer lo mismo que haces en cada competición. Dos, hacerlo mejor. No le tienes que ganar al americano. Le tienes que ganar a ti mismo".

Había llegado el día. El día que nadie hubiera podido haber previsto. Mi hermano competía en las olimpíadas. Todos en la familia estábamos mas nerviosos que él. El americano, quien se había mostrado en un par de oportunidades superior a mi hermano, tenía la ventaja de competir en su propio suelo, pero el triunfo no era lo que estaba en nuestras mentes. Solo queríamos que mi hermano tuviera la experiencia de su vida. Aunque lo veríamos en vivo por televisión, él prometió llamarnos apenas terminara su participación, no importara lo que pasara.

Allí estábamos toda la familia y todos los vecinos orgullosisimos de su logro. No lo vimos disparar  sus 60 tiros reglamentarios pero vimos lo suficiente; lo hacía con la extremada calma que lo caracterizaba. No sabíamos lo que iba ocurriendo porque no era fácil seguir la pista del puntaje de los otros competidores, además el narrador de la televisión era de esos típicos comentadores deportivos que saben de todos los deportes pero no saben de ninguno.

Al final de la competencia, en un momento que resultó para nosotros en cámara lenta la imagen de la televisión se enfocó en mi hermano y en el americano que ya conocíamos. Este le dijo algo a mi hermano en el oido. Mi hermano sonrió.

Lo siguiente que vimos fue el podium y mi hermano subiendo en el. Las lágrimas no nos dejaban ver la pantalla. Todos llorábamos al unísono y cuando oímos el himno nacional de nuestro país es cuando por fin asimilamos que mi hermano se había llevado el oro.

Diez minutos mas tarde sonó el teléfono y volé a atenderlo. Era mi hermano quien estaba muy emocionado. Le dije que lo habíamos visto y que habíamos visto su maravillosa actuación y su hermosa medalla. Lo único que atiné a preguntarle fue qué le había dicho el americano al oido. Mi hermano contestó "Me dijo, no sólo me ganaste, sino que te ganaste a ti mismo".

- Urrutia Del Palmar

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