Saturday, December 20, 2014

19 Días y 500 Noches

Tenían razón, mis amantes en eso de que antes, la mala era yo. Pero esta vez era diferente, me enamoré rápido y sin previo aviso, y me encontré con lágrimas en los ojos cuando se despidió desde el taxi y me lanzó dos besos, uno por mejilla. Regresé al apartamento que hasta ese día compartimos y me paré en el medio de la sala a llorar. Nada ahí era mío, todo era nuestro.

Mis amigas entraron en "modo recuperación." Yo estaba completamente por el piso, pero ellas no iban a permitir que entrara en un despecho permanente. Me obligaron a enfocarme en mi trabajo, pasatiempos y los ocasionales bares de copas. Todo eso ayudó y debo admitir que el esfuerzo de mis chicas fue admirable, pero las noches eran lo peor. Sentí que él me había abandonado como se abandonan los zapatos viejos, y no dormí del todo por el primer mes. Teníamos tantas rutinas, rituales y costumbres de noche que ahora me sentía totalmente perdida sin él, sin su presencia, sin su compañía. 

Era extraño sentirme así. Por lo general mis relaciones duraban lo mismo que duran dos peces de hielo en un whisky on the rocks. Yo era la que se iba en el taxi. Yo era la que abandonaba al tipo a la maldición del cajón sin mi ropa. Esto era territorio nuevo, y no sabía qué hacer. Poco a poco los días se hicieron más fáciles, más manejables, pero las distracciones que trae consigo el sol están ausentes en la noche. Esas noches cuando recuerdo lo mucho que lo quería. Es más, tanto lo quería, que tardé en aprender a olvidarlo diecinueve días y quinientas noches.

-Vita Armador


Nota: Inspirado por la canción de Joaquín Sabina “19 días y 500 noches” – Escúchenla

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