La Señorita Carmen nos asignó la tarea de redacción. El tema, “Un Viaje Imaginario”. Me brillaron los ojos ya que encontraba fascinación en las clases de geografía; el solo hecho de pensar en trasladarme en mi imaginación de tan solo doce años a cualquier lugar del planeta y narrar mis experiencias me parecía un reto extremadamente placentero.
Mi lugar elegido fue la Selva Negra alemana. Me basé en las experiencias y el amor que mi papá le tenía a la cultura alemana y al hermoso y pequeño pueblo de la Colonia Tovar, erigido por teutones en el plano ecuatorial, y que merecidamente representaba la geografía, arquitectura, hábitos, lenguaje, cultivo, comidas y cervezas de la cultura germana.
Aún conservo ese ensayo y lo guardo con orgullo. No solo me enseñó a descubrir las hermosas diferencias entre las distintas y maravillosas regiones del mundo, sino a aprender a viajar en mi mente y visitar y vivir espacios con la misma intensidad como si estuviera en ellos físicamente. He tenido la oportunidad de viajar a muchas partes, desde pequeños pueblos de los llanos tropicales como Zaraza, hasta exóticas y hermosísimas islas en el Mar de Andamán. En cada viaje, real o imaginario, siempre me he encontrado con el mismo espíritu aventurero absorbiendo cada segundo de la experiencia. Y así, se lo transmití a mis hijos.
Cuando ellos eran pequeños nuestro primer viaje imaginario fue a las Islas Seychelles, paraíso tropical al cual pienso algún día volver con ellos. Caminamos por sus hermosas playas tropicales, comimos cocos recién caídos de los cocoteros, hablamos francés con los isleños y descubrimos frutas que nunca habíamos visto. Nos acostamos en hamacas tendidas entre palmeras, escuchamos hermosos cantos de pájaros multicolores, nos bronceamos con el sol caliente del trópico y nos sumergimos en las cálidas aguas del océano indico.
El amor por los viajes es transmitido ahora a mis nietos a través de libros e historias ficticias y reales, enseñándoles que, para conocer este amplio mundo y todas sus inmensas posibilidades solo hay que comenzar viajando en nuestra propia imaginación.
- Urrutia Del Palmar
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