Era una tarde hermosa de principios de primavera. Estaba sentada en la terraza de un Starbuck Caffe, tratando de que mi vaso perdiera un poco la temperatura. Veía a mi alrededor toda la belleza de Manhattan, sus calles, la gente caminando presurosa, el cielo de un azul intenso y la brisa que me envolvía. Sigo moviendo mi café y al alzar la vista veo una silueta que reconozco de un hombre, cuya carrera de actor es famoso, que hace babear a cuanta mujer existe, con su pelo rubio, su estatura, sus ojos en ese momento ocultos por los lentes de sol.
Me quedó estática pensando es él?, será él?, cuando veo que entra al café y entonces salgo de dudas, si, seguro que es él. Me levanto de un salto con mi café en la mano y con toda la ligereza que me pueden dar unos cuantos años de más que cargo encima, entro al café y trato de ver en que fila está, para acercármele. Entonces lo hago, casi siento el calor que emana de su respiraciòn y mientras el pide el café me le acerco tanto, que al él girar, tropieza conmigo y nuestros vasos de cafè se derraman; lo oigo pedir disculpas, mientras veo que me dedica una amplia sonrisa, que en sus ojos se iluminaban. Mi corazón palpitó rapidamente, sería posible que mi persona despertara en él ese sentimiento afectivo?
Sigo su mirada, veo enseguida hacia donde dirige esa hermosa sonrisa y esos maravillosos ojos. Vuelvo la cabeza y veo a la hermosa Angelina Jolie que se acerca con su hermoso andar, su belleza induscutible para encontrarse con su amor: Brad Pitt
Thaitin Marin
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