Monday, December 22, 2014

Mi primer trabajo

Cuando a los 17 años me gradué en la Academia de Comercio de Barranquilla y recibí mi tìtulo de Mecanotaquigràfa Corresponsal con una nota de 98 sobre 100. me sentì feliz  La noche de ese dìa que era un 2 de diciembre, mi mamà me preparò una fiestecita.  Estaban invitadas mis amigas y por supuesto mis primos y algunos amigos que habìa conocido hacia unos meses en el matrimonio de la hija de una amiga de mi mamà.  Me hicieron un vestido precioso, y desde por la tarde llegaron los ramos de flores.  Una de las amigas de mi mamà la Sra. Lola Viñas,   gallega ella, muy simpática le dijo a mi mamà que un amigo suyo era el gerente de la Librerìa Nacional, la cual estaba ubicada en pleno centro de Caracas, en frente del Club Barranquilla.  Le dijo a mi mamà que lo màs pronto posible  iba a concertar una entrevista con el señor Jesùs Ordòñez para que yo fuera y él me conociera.

Comenzando el mes de enero me presentè con la tarjeta de doña Lola y me fui caminando desde mi casa a la Librerìa.  Esta librerìa era la mejor de Barranquilla.  Visitada por los màs ilustres profesionales de esa època,  Tenìa, para esa época, ambiente musical y aún cuando no habìan sillones para que las personas tomaran su libro se sentaran a leerlos, si algunos, iban todos los dìas, tomaban el libro, leìan un poquito y le dejaban una señal para el siguiente dìa.
La entrevista tuvo èxito, el Sr. Ordoñez, de origen cubano, vivìa en Barranquilla desde hacìa tiempo, habìa estado casado con una señora de apellido Domenech y tenia una hija como de 25 años y un pequeño de 12, que tambièn se llamaba Jesús y le decìan Chuito. Chuito se me pegò a mi tanto, que para todo querìa estar conmigo,  y su papá a veces me decìa que fuera con èl a comprarle algo..
Como Jefe su papà era severo, pero amable. Todas las mañanas al entrar a la oficina, ya èl habìa llegado y me estaba esperando.  Enseguida yo dejaba mi cartera, y me sentaba frente a èl en el escritorio a tomar dictado de casi 30 cartas que me dictaba todas las mañanas y que yo tenìa que pasar a màquina en el papel de la librerìa para su revisiòn y firma, antes de las 3 de la tarde, para que otro empleado las enviara al correo.

Se que a veces cometía errores. tenìa que volver a repetir una que otra carta.  Pero sentìa que estaba contento conmigo.

Todas las chicas de la librerìa eran lindas.  Estaba Beatriz Vergara, quien se hizo muy amiga mìa, Annie Fisher, una pelirroja, de origen ingles y muy linda,  Anita Salcedo con los ojos verdes más tristes y hermosos que yo habìa visto.

A las 6 de la tarde, la Librerìa cerraba.  Con la mùsica de los Puentes sobre el Rìo Kwaig (no me acuerdo si es asì)  avisaba que estaba cerrando y entonces empleados y los que aùn quedaban allí iban saliendo. Muchas veces nos  decia a Annie y a mì que si querìamos nos acercarìa a nuetras respecticas casas.Algunas veces,  cuando no habìa quedado con Beatriz en ir a comprar algo, decìa que sì y me iba con ellos.  Primero paraba en la Heladerìa Americana y nos compraba unos tarros de helado para llevar, y luego me dejaba a mi de primera.
La librerìa era como un club.  Siempre estaba llena de gente joven, cuando los Juegos Centro Americanos y del Caribe tuvieron su sede en sede Barranquilla, aquella librerìa estaba llena de cubanos, dominicanoso y todos esos deportistas estaban permanentemente allì, cruzàndonos sonrisas, fotos y promesas de escrbirnos.

Todo pasò muy rápido, alguas personas decìan que el Sr. Ordóñez andaba enamorando a Annie, pero en el fondo era un viejo verde simpàtico.  Pero  una vez, cuando me estaba dictando, se me acercò y me dijo algo al oido, sentì que habìa llegado el momento de despedirme de mi primer trabajo.

Años despuès, ya casada y con niños viaje a Barranquilla y fui con mi mamá y los niños   a la Librerìa Nacional a saludarlo.  Cuando le contè que vivìa en Caracas  me dijo que él estaba muy interesado en abrir una sucursal en Caracas y que si yo estarìa dispuesta a hacerme cargo de dicha  sucursal  Pero no,  tenìa dos niños pequeños, de todos modos  lo consultè con mi esposo y la respuesta fue no.
Esa es la historia de mi primer trabajo que pasò sin pena y sin gloria.


Thaitin Marin

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