Tuesday, December 16, 2014

Carmencita

Carmen siempre había sido coqueta, desde chiquita. Casi que nació viéndose en el espejo. Desde pequeña le gustaba usar la ropa de su mamá, andar con sus tacones por la casa, y cubrirse la cara de maquillaje. Tenía el pelo largo y era catira como su hermana. Su madre le enseñó desde chiquita que tenía que cuidarse y mantener su apariencia, pues si no, nunca encontraría un esposo. Había participado en mas de cien concursos de belleza antes de cumplir los diez años. Era su destino, eso decía su madre. En su adolescencia empezó a apreciar el fútbol, pero "eso no es de mujeres" le repetía  su madre, al punto que abandonó el deporte para dedicarse a su "destino." Continuó con los desfiles y los tacones y el maquillaje, mientras tras bastidores se aburría de lo lindo. Llegó a odiar esa cultura superflua, llena de pintura y pretensión, de caras falsas y personalidades inexistentes. Su madre insistía en que ese era su destino y Carmen no encontraba alternativa.

Se imaginaba un mundo paralelo, donde podía usar zapatos de goma todos los días y jugar fútbol después de clases. Un mundo donde su apariencia natural era suficiente y no tenía que pasar horas frente al espejo. En este mundo, Carmen era libre como el viento, podía escoger sus pasatiempos y escoger su propio destino. Pero lamentablemente, estos sueños siempre le quedaban muy lejos, interrumpidos por un "te toca en cinco minutos," y así sabía Carmen que su destino era el presente, lleno de tacones y desfiles y tristeza y añoranza.

-Vita Armador

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