Saturday, December 13, 2014

La Guitarra Arrinconada


Había una vez una guitarra arrinconada. Una guitarra arrinconada y noble. Se emocionaba cuando veía entrar y salir manos y dedos ocupados, aunque éstos parecieran desinteresados. Algunos de ellos la veían, le sonreían, pero hasta allí llegaba el intercambio. 

La guitarra esperaba algo mas; quería que sus cuerdas produjeran música, sonidos hermosos, agudos y graves, simples y complejos. Algunos dedos deseaban inmensamente comunicarse en forma directa con ella pero se sentían limitados a solo producir música a través de otros medios, análogos o digitales. 

A pesar de esto la guitarra era conforme, escuchaba a la guitarra de Jesse con el mismo placer como si fueran sus propios sonidos. Escuchaba guitarra clásica, acústica, celta, eléctrica; escuchaba guitarras de cuatro cuerdas los cuales eran instrumentos que en otras regiones llevaban otros nombres. Escuchaba violines, banjos, piano y voces de coral. 

Escuchaba ritmos de todo tipo, ritmos que se convertían automáticamente en sabores. Sabores que disfrutaba unos mas que otros dependiendo de las circunstancias pero sin dejar dudas de que su sabor favorito era el flamenco. Un sabor mezclado de alegrías y fiestas con la nostalgia del gitano errante. Un sabor color escarlata, y furia en las manos y los pies. Un sabor fuerte en la garganta al producirse el gemido andaluz. Un sabor a moros y cristianos. Un sabor a raíces que, a pesar de firmes y fuertes, se habían esparcido por el mundo penetrando en el alma de quien se dejara llevar por ese sabor. Esparcidos tan lejos que se encontraban en el rincón de aquella habitación. 

La guitarra arrinconada quería producir ese sabor, si, producirlo a toda costa de la misma forma que los dedos y manos que a diario la miraban, querían intercambiar con ella ese mismo ritmo sentimental. Pero los dedos y manos dudaban de sus propias capacidades limitándose a si mismos. Se querían comparar con Paco de Lucía, Jesse Cook, John Denver, Jimmy Page, Jimmi Hendrix, Neil Young, Eric Clapton, Peter Banks o Bob Seger.  Las expectativas eran demasiado altas, con la consecuencia de que, día tras día comenzaba la inexorable reciprocidad entre la guitarra arrinconada y aquellos no tan extraordinarios dedos, pero a través de otros con reconocido y sólido talento.

Urrutia Del Palmar

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