Monday, December 29, 2014

Gritos en la oscuridad

Tenía todo el día sintiéndome extraña. Ese sentimiento que nace en la panza, se aprieta en el pecho y te paraliza en la garganta. Sentía que algo andaba mal, pero no estaba segura de qué. Salí de la oficina para terminar de trabajar desde la casa. Tenía demasiados papeles que revisar y no quería quedarme en la oficina hasta tarde. Mientras manejaba sentía que alguien me estaba siguiendo, pero siempre que revisaba el retrovisor, la calle estaba desierta. Marcos estaba de viaje, y los chamos estaban con su abuela. Me estacioné justo cuando empezó a lloviznar. Corrí hasta la puerta y me di cuenta que no tenía la llave pasada. Nunca dejo la casa sin pasar la llave, pero supongo que esta mañana se me olvidó.

Quería meterme a bañar y pasar un rato relajada sin pensar en nada. Abrí el agua caliente y fui a la cocina a servirme una copa de vino. Habían anunciado que venía una tormenta y la llovizna ahora se había convertido en un aguacero. Fui a cerrar la ventana, que no sé por qué estaba abierta, y me di cuenta que las matas no estaban como las había dejado esa mañana. Empecé a preocuparme otra vez, pero decidí mantener la calma. Con la lluvia tan fuerte, lo más razonable y seguro era quedarme en casa.

Me metí a bañar y fácilmente me quedé dormida. Me desperté con un sonido fuerte, pero no supe si fue dentro o fuera de la casa. Seguía tratando de despertar completamente cuando las luces empezaron a titilar y acto seguido todo estaba oscuro. El corazón me empezó a latir fuerte y rápidamente, y me congelé en el agua tibia. El ruido de la lluvia era ensordecedor, al punto que casi sentía silencio. La oscuridad era absoluta al igual que mi pánico. Escuché como se abría la puerta del frente y sin darme cuenta empecé a llorar. Quería pasarle seguro a la puerta del baño, pero no me atrevía a salir de la bañera. Oí pasos que se acercaban, eran lentos pero firmes. Me mantuve lo más inmóvil que pude con la mirada fija en nada en particular cuando la perilla comenzó a girar lentamente. No supe qué hacer si no gritar a todo pulmón.

Me desperté gritando y sudando frío. Marcos estaba a mi lado tratando de calmarme. Tengo que admitir que es la peor pesadilla que he tenido en mi vida.

-Vita Armador

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