A lo
largo de su ruta alrededor del lago se encontraba la estación de bomberos
número 23. Ese día Zach corría mas lento
que de costumbre y estaba mucho mas consciente de sus alrededores. Al pasar por
la estación notó algo muy particular. Habían mas de 20 niños pequeños rodeando
a cinco bomberos. Los niños parecían hacer todo tipo de preguntas mientras que
los bomberos respondían con amables sonrisas en sus rostros. Decidió detenerse
para admirar la escena.
Cuantos
gatos has salvado? Cuál es el piso mas alto que has llegado en tu escalera? Es
el fuego muy caliente? Si me caigo por las escaleras llamo a los bomberos o a
la policía? Si me quemo la mano me la pueden enfriar? Las preguntas eran
ingenuas y le daban un tono de sencillez al arduo trabajo de estos hombres, el
cual a él también le había intrigado mucho cuando era pequeño.
Zach tenía
9 años cuando recibió como primer premio de su clase de francés, un libro
titulado Pinpon le petit pompier (Pinpón, el bomberito). La portada tenía un
camión rojo con una escalera extendida. Habían tres bomberos en el gráfico: uno
al volante, uno atrás del camión y quien Zach suponía era Pinpón, parado al
frente en la punta de la escalera con manguera en mano. Zach consideraba su
premio mucho mas valioso que una medalla o un trofeo ya que lo podía llevar a
todas partes sin lucir vanidoso. Lo leía y releía metiéndose siempre dentro
del mundo de Pinpón bajando gatos de los árboles, rescatando mascotas de
alcantarillas, y ayudando a ancianos a salir de sus casas cuando un pequeño
fuego se prendía en la cocina.
Zach no
pudo dejar de sonreir a ver a esa veintena de chiquillos con la misma
curiosidad que él tuvo 50 años atrás. Haciendo contacto visual con uno de los
bomberos, le hizo un gesto en muestra de gratitud. Gratitud por lo que ellos le
inspiraron cuando él era pequeño y gratitud por el coraje y valentía en su
trabajo diario. Sabía que el trabajo de los bomberos iba mucho mas allá de
salvar gatos y apagar pequeños accidentes caseros de la cocina.
Pensaba esta
vez no en Pinpón, sino en Connor, el bombero que le salvó las piernas cuando éstas
quedaron atrapadas entre un macijo de hierros en aquel terrible choque. Sacudió
las ideas de la cabeza, apuró el paso y poco a poco se alejó de la estación.
Yo quiero ver el libro de Pinpón!!!
ReplyDelete