Sunday, January 11, 2015

Mi vida con agua

* Me tomo por lo general seis o siete litros de agua al día. Vivo con una botella encima y sufro terriblemente cuando se me olvida.
* Cuando era chiquita, casi me ahogo en la playa a causa de una mujer que no sabía nadar. Me traumatizó principalmente porque me hizo agarrarle miedo a algo que antes amaba. Lo superé unos años después.
* Me gusta ducharme con agua fría porque lo uso como ejercicio mental para aprender a controlar mis impulsos.
* Me gusta la lluvia cuando hace calor. Ese clima causa que la humedad sea casi palpable, y me hace sentir inexplicablemente a gusto.
* Alguien una vez me dijo que si te lavas la cara con agua helada mientras aguantas la respiración en las mañanas, la cara se te deshincha más rápido. No sé si es verdad, pero lo adopté como parte de mi rutina matutina. Había mención de focas también, pero se me escapa qué relación tenían con el cuento.
* Cuando sofrío vegetales, o frío un huevo, uso agua en vez de aceite.
* Amo las piscinas pero no he aprendido a amar la natación, principalmente porque no se respirar eficientemente y me canso nadando 25 metros.
* Me aterra un poco bastante estar en barcos en el medio del mar cuando no puedo ver ni un trocito de tierra a lo lejos.
* Mi niñez está llena de amenazas de embolias si no esperaba media hora antes de entrar a la piscina o playa después de comer. Mi abuela es extremista y está convencida de que cualquier contacto con el agua (excluyendo beberla) después de comer lleva a la muerte porque un tío abuelo o no sé quién una vez se murió después de meter los pies en una ponchera de agua al finalizar su almuerzo.
* En la piscina del colegio solo me podía lanzar del trampolín alto si seguía rápidamente a otra persona. El agua sin movimiento me inquietaba de una forma que solo calmaban las burbujas que provocaba la caída de mi antecesor.
* Me siento en paz cuando tengo algún cuerpo de agua cerca, y la vida se ha encargado de situarme a menudo cerca de uno.  En Tailandia, Bariloche y Taupo vivía cerca de un lago. En La Romana vivía en toda la costa, al igual que durante los últimos meses que viví en Nueva Zelanda. Presentemente vivo en frente de un lago que además no puede tener mejor nombre que el efecto que me causa su proximidad. Serenidad.

-Vita Armador

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