Hoy es 6 de enero de 2015. Me despierto con frìo y siento que està lloviendo. Me encanta el sonido de la lluvia cuando cae sobre el tejado del estacionamiento. Me levanto y me baño. Ya vestida con una batica de entrecasa, recojo pequeños desòrdenes que ha dejado mi nieto Mauricio, lo despido y se va. Entonces voy a la ventana la abro y me encuentro con una cortinita de lluvia cayendo sobre los àrboles, empapando y haciendo brillar sus hojas y siento en el alma un especial encanto. Miro hacia el frente, hacia la colina de Cerro Verde y apenas la veo, la neblina la oculta como un un velo de tul. Quisiera ser un ave y volar a travès de la ventana y adentrarme en ese cerro, jugar con las guacamayas que en este momento estàn escondidas por la lluvia y hacer planes con ellas, para que, cuando el sol vuelva a aparecer y ellas comiencen su alegre algarabìa, alzar el vuelo, libre y veloz sobre la hermosa Caracas, bajo su cielo azul y volar, alto, muy alto, perderme en la lejanìa, recrearme con las verdes y onduladas montañas, y seguir volando hasta llegar a las cumbres del hermoso Avila.
Una vez allì, sería posible traspasar el cielo y llegar más lejos aún para buscar el càntico de los angeles y la imagen de Dios?
Thaitin Marin
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