Thursday, January 1, 2015

Niño Jesus

Hasta bien entrada la adolescencia,  todavìa creìa que la noche del 24 de diciembre, el Niño Jesus me traería los juguetes que yo habìa pedido. Ese año, yo habìa escrito mi carta y habìa pedido un muñeco, que era una novedad en esa època; traìa un tetero, se podìa bañar y parecìa un verdadero bebecito. Todo el tiempo antes de que llegara el dìa 24, estaba nerviosa, pero segura que esa noche el Niño Jesus me traerìa lo pedido. Me portaba bien, pues esa era una de las cosas que habìa que hacer. Ser una buena niña, no decir mentiras y rezar todas las noches antes de acostarme.

Tenìa un primo que se llamaba Hernando, a quien yo querìa mucho. Viviamos en la misma casa y era mayor que yo solo cuatro años. Era muy lindo y tenìa una linda voz. En la escuela, cuando hacìan teatro lo escogìan a èl para cantar. Yo sentìa que èl tambièn me querìa,  nos llevàbamos bien, me llevaba al cine junto con mi tía y mis primas y aparentemente  todo marchaba bien.

Pero unos dìas antes del dìa 24, se me acerca y terminando con toda mi ilusiòn me asegura que el Niño Jesus era una mentira, que no existìa, que quien me ponìa en la cama los juguetes que habìa pedido era mi mamà. Quedè atontada como si algo me hubiera golpeado. No le quise creer,  pero insistiendo me dijo, quieres ver donde està tu muñeco? Y me llevò al escaparate de mi mamà y allì,  envuelto en papel de seda y dentro de una caja de cartòn estaba el precioso muñeco que yo le habìa pedido al Niño.

Todavìa ahora no podrìa definir las emociones que pasaron por mi mente y por mi corazòn. Creo que por primera vez supe lo que era el desencanto. No quise decirle nada a mi mamà, pero la mañana del 25, cuando despertè y vi en mi cama a mi muñeco, en vez de salir gritando de alegrìa, lo abracè y lo inundè de làgrimas.

Thaitin Marin

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